Ni siquiera sé por dónde empezar
para darte las gracias por existir.
Ya ni si quiera recuerdo
en el momento en que te conocí,
pero muchos años han pasado ya
y aun sigo descubriéndote mil sensaciones
maravillosas.
Tenerte siempre a mi lado
son mis ganas de vivir,
de respirar, de llorar, de sonreir.
Tú, que siempre estás ahí.
Tú, que me entiendes mejor que nadie.
Gracias por dejarme dormir cada noche
en el centro de tu ser.
Por compartir los mejores
y peores momentos de mi vida.
Gracias a quien te puso en este mundo
porque después de preguntas sin respuesta
he entendido que la respuesta eres tú.
He entendido que si vivo en este mundo
del cual no entiendo apenas nada
es porque quiso que coincidiéramos.
Y después de perder tantas y tantas veces
tú eres mi única victoria.
Ni siquiera estas palabras expresan
lo que me gustaría expresar.
Sólo con una de mis lágrimas
quizás se pueda entender.